Das cabinet des Dr. Caligari, conocida en español como El gabinete del doctor Caligari, es una película muda del año 1920 dirigida por el director alemán Robert Wiene.

Se trata de un film de terror en el que un joven llamado Francis y su amigo Alan visitan una feria ambulante en la que hay una gran atracción: el Dr. Caligari y su acompañante, un sonámbulo llamado Cesare capaz de adivinar el futuro. Alan morirá al cumplirse la predicción de Cesare y Francis junto a su novia, Jane, investigarán al extraño doctor hasta descubrir que utiliza, mediante hipnosis, a su fiel sonámbulo para cometer unos crímenes. Al final, descubrimos que en realidad Francis está recluido en un manicomio y su historia ha sido producto de una locura.
Dentro de un contexto histórico, El gabinete del doctor Caligari habría que situarlo después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y el tratado de Versalles. Así pues, nos encontramos con una Alemania en una situación muy complicada: es despojada de gran parte de sus territorios y queda en una situación muy grave de endeudamiento frente a las potencias europeas que han ganado la guerra. Nace la República de Weimar la cual es gobernada por el “Consejo de comisarios del pueblo”. Surgen varios movimientos y partidos políticos que se pelean por el control político del país, entre estos partidos destaca el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, que más tarde tendrá una incidencia decisiva en el devenir del siglo XX. Se trata de un período convulso y anárquico, lleno de enfrentamientos entre los distintos partidos y un ejército cada vez más politizado. Es en este contexto en el que surge el expresionismo en Alemania.
El expresionismo, por lo tanto, fue un movimiento cultural que nació en los inicios de un siglo XX que atravesaba una ola de negatividad. Apareció como la primera manifestación o reacción, que testimoniaba el extrañamiento del mundo y la crisis que estaba atravesando el positivismo. Se convirtió en uno de los primeros movimientos de vanguardia que articulaba estéticamente este comienzo de crisis en la apertura violenta del nuevo siglo. Tuvo plasmación en diversos campos artísticos como la pintura, la escultura, la arquitectura, la literatura, la música, el teatro o el cine. Este movimiento buscaba la expresión de los sentimientos y las emociones del autor más que la representación de la realidad objetiva. El arte expresionista trató de representar la experiencia emocional en su forma más completa, sin preocuparse de la realidad externa sino, únicamente, de su naturaleza interna y de las emociones que despiertan en el observador. Para llevarlo a cabo, los temas se exageran y se distorsionan para intensificar la comunicación artística. Los autores en sus obras elegían algunos de los temas que consideraban más representativos de sus sentimientos, generalmente eran emociones relacionadas con la repulsión como muerte, angustia, tortura, sufrimientos, etc.
El film de Wiene tiene una clara influencia expresionista. Esto se puede comprobar al analizar varios aspectos narrativos y de puesta en escena como el argumento, los personajes, la interpretación, el maquillaje, el vestuario, los decorados, y la iluminación.
El argumento de la película tiene un trasfondo y esconde un mensaje: Wiene quiere denunciar con su obra la criminal actuación del Estado alemán, que utilizó a sus súbditos durante la guerra como lo hacía Caligari con Cesare. Por otra banda, una de las partes más interesantes de la trama es el desenlace, y es que al final del film descubrimos que Francis está loco y está recluido en un manicomio. El hecho de que toda la historia haya sido una invención producto de su imaginario pone de relieve una de las premisas del movimiento expresionista: retratar la interioridad psicológica.
La construcción psicológica de los personajes va en consonancia con ese mensaje “oculto”. Se puede ver claramente en los papeles de Cesare y Caligari, por una banda tenemos a Cesare que representa al pueblo sometido, a través del sonambulismo y obligándole a matar y, en el otro bando, tenemos al doctor Caligari, que representa el control, el poder y la crueldad propios del Estado Alemán de la Primera Guerra Mundial. Asimismo, estos dos personajes también están en sintonía con la concepción expresionista: el sonámbulo, apartado de su ambiente cotidiano y privado de cualquier individualidad, es una criatura abstracta que mata sin motivo ni lógica. Y, en cambio, su amo, el doctor Caligari, no tiene ningún escrúpulo humano y actúa con una insensibilidad demencial, con ese desafío a la moral corriente que los expresionistas exaltan.
La interpretación de los actores se caracteriza por ser muy exagerada y teatral. Los movimientos de los personajes se vuelven irreales ya que son demasiado exagerados, abruptos, intensos, duros y quebrados a mitad de camino. Se consiguen crear momentos de un dramatismo desgarrador, fundamentalmente con movimientos lentos y dislocados.
El maquillaje es, al igual que la interpretación, muy exagerado, o podría decirse, expresivo. Se “pinta” literalmente a los actores, se le remarcan los ojos, los labios, las facciones, etc. con la intención de reforzar su “expresión” y sus cualidades. Un ejemplo lo encontramos en Cesare y Jane, el primero aparece con los ojos hundidos en cuencas de pintura negra y sus pestañas han sido alargadas para dar la sensación de muerto viviente; y en el caso de Jane sus rasgos han sido suavizados para conseguir una sensación etérea, fantasmal y frágil.
El vestuario de los personajes es bastante extravagante y contribuye a la tarea del maquillaje de reforzar los rasgos y la “expresión” de cada uno de los personajes. Es un factor dramático más. Son destacables las vestimentas del doctor Caligari que aparece siempre con su sombrero de copa y una capa y su rostro semicubierto, Cesare con su ropa negra, y Jane con un vestido largo y blanco.

Los decorados se caracterizan por ser distorsionados, irreales, opuestos a toda intención naturalista, con telas pintadas recreando falsas perspectivas y una profundidad de campo irreal. Se juega con las líneas rectas, las diagonales, huyen en todo momento de la curva, los ángulos son puntiagudos y es una arquitectura por completo asimétrica: las paredes están inclinadas, las ventanas son deformes y los caminos son curvos y retorcidos. Se consigue crear una sensación constante de angustia, amenaza y opresión que potencia lo que ocurre en la trama argumental.
Los decorados distorsionados sobre telas siguen los presupuestos del expresionismo. Para la mente de un loco, que ve la realidad distorsionada, el expresionismo crea una imagen semejante, reflejando la subjetividad del narrador. Consiste en ver a través de los ojos del loco.

Un ejemplo del efecto que buscaba generar el expresionismo en el espectador es la construcción de las dos celdas que salen representadas en la película (la de la prisión y la del manicomio). No tienen forma cúbica, como cualquier habitación normal, sino que las paredes están inclinadas, uniéndose en punta hacia arriba, cerca de un estilo piramidal. Así, se le da expresión a los calabozos, como un lugar que oprime y que presiona a quién lo habita. En ambas celdas, en el extremo hay una ventana que resulta inalcanzable por su ubicación tan alta, con esto se quiere transmitir que la salida, la conexión con el mundo exterior, no es algo a lo que se pueda aspirar.


Por último, otro elemento fundamental en la película es la iluminación. Se caracteriza por un magnífico y calculado contraste de luces y sombras. Contribuye a construir un ambiente irreal y fantasmagórico. La luz permite resaltar la intención dramática de la acción, destaca las cualidades o estados anímicos de los personajes y cae profusamente en aquellos elementos a los que se pretende dar un mayor toque de irrealidad. Es tan importante que incluso la llegan a pintar sobre los decorados para tener un control total sobre ella. Es decisiva para la creación de una sensación de intriga y de miedo.

Un perro andaluz (Un chien andalou) es un cortometraje del 1929 dirigido por Luis Buñuel en colaboración con Salvador Dalí en el guión. Este film es considerado uno de los principales exponentes del cine surrealista.

La película nació a partir de la confluencia de dos sueños que tuvieron Buñuel y Dalí: por una banda, el director aragonés soñó cómo una navaja seccionaba el ojo de una persona y, por otra parte, el pintor catalán soñó con unas hormigas que pululaban en una mano.
La trama argumental se basa en un conjunto de imágenes aparentemente inconexas: un hombre corta el ojo de una mujer mientras una nube pasa por delante de la luna. Ocho años más tarde, un ciclista tiene un accidente en la calle. La misma mujer de antes lo socorre y lo besa. En una habitación, el ciclista acosa a la joven mujer. Un incidente callejero los distrae. Un personaje andrógino juega con una mano cortada y es atropellado. El ciclista sigue acosando a la joven. Un «doble» aparece y castiga al ciclista hasta que éste le dispara. Finalmente, la joven sale al mar y se encuentra con otro hombre. En la primavera, los torsos de la joven y de su nuevo acompañante aparecen enterrados en la arena, devorados por los insectos.
Un perro andaluz (1929) hay que enmarcarlo dentro de un contexto histórico de entre guerras (Primera Guerra Mundial 1914-1918 y Segunda Guerra Mundial 1939-1945) y en plena crisis económica mundial con el Crack del 29 en la bolsa de Estados Unidos y la posterior Gran Depresión. La década de 1920 se caracteriza también por ser un periodo de grandes avances técnicos y científicos: en 1927 la BBC hace su primera emisión en el Reino Unido, también en 1927 se logra por primera vez cruzar el Atlántico en avión y en octubre del mismo año se estrena la primera película sonora de la historia, El cantor de jazz de Alan Crosland; y en 1928 Fleming inventa la penicilina. Otros hechos históricos relevantes son la llegada al poder en Italia de Mussolini en 1922 y el golpe de estado en España de Miguel Primo de Rivera en 1923.
El surrealismo fue un movimiento artístico surgido en Francia en el año 1924 con la publicación del Manifiesto Surrealista de André Breton, este movimiento ocuparía toda la década de 1920 y 1930 hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. En sus inicios, el surrealismo era tan sólo un movimiento literario, pero más adelante llegó a estar presente en distintas disciplinas artísticas como en las artes plásticas o en los medios audiovisuales.
Este movimiento estético se basa en teorías sobre lo irracional e inconsciente plasmadas en el arte. Está estrechamente ligado al dadaísmo (movimiento al que sucedería) y comparte con él una manifestación en contra del arte tradicional y un rechazo absoluto a las formas convencionales de su producción. Se trataba de buscar nuevas formas de conocer al hombre en su totalidad, planteando un acercamiento que se alejara del realismo y de la razón, las fuerzas que imperaban en la sociedad de la época después de vivir la Primera Guerra Mundial. El surrealismo deseaba comprender la mente humana en su nivel más profundo y mantenía que sólo a través de reacciones inconscientes, la mente era capaz de revelar sus verdades irracionales. Los humanos pueden comprender mejor las maquinaciones de la mente mientras disminuye su nivel de complejidad, es decir, mientras menos control racional ejerza sobre el pensamiento. A partir de estas premisas, Breton y otros pensadores del movimiento surrealista teorizaron acerca del psicoanálisis como método de creación artística. En definitiva, para los surrealistas la obra nace del más puro automatismo, es decir, cualquier forma de expresión en la que la mente no ejerza ningún tipo de control. Como consecuencia, surgen imágenes provocativas, confusas, sin sentido, alejadas de la realidad y abiertas a interpretaciones diversas.
Un perro andaluz es un claro ejemplo del movimiento surrealista llevado al cine: aparece plasmado el mundo de los sueños (con los dos sueños de Dalí y Buñuel que dan origen a la película) y la idea del automatismo (escenas sin coherencia llevadas a cabo por la libre asociación de ideas). El surrealismo en el film también está presente en diferentes imágenes como la constante metamorfosis de objetos, un cambio de estado, lugar y forma. Hay uniones absurdas entre secuencias y planos, tiempos y espacios confusos o ambiguos, y un erotismo lírico. Destaca una de las escenas en la que un hombre encuentra el vello de una axila suya en lugar de su boca. Asimismo, las relaciones, las simbiosis y las continuas catarsis (la luna se convierte en un ojo y una nube en una navaja de afeitar que corta la luna) son elementos propios del cine surrealista. Se quería escandalizar al público dotando de movimiento imágenes autómatas.


Si comparamos los contextos de El gabinete del doctor Caligari (1920) y Un perro andaluz (1929) veremos que tan sólo las separan 9 años, pero aún así hay una diferencia importante: los movimientos artísticos en los que se enmarcan estas películas, y es que, por una banda, tenemos El gabinete del doctor Caligari que pertenece al movimiento expresionista y, por otra banda, Un perro andaluz que es un film surrealista.
Mientras que el expresionismo fue la primera reacción artística que testimoniaba la crisis sociopolítica después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el surrealismo fue un movimiento que surgió a posteriori, en 1924, como “evolución” del dadaísmo (1916) y que quería ir más allá del realismo y la razón. Por lo tanto, aparentemente no tienen muchos rasgos en común, pero, no obstante, si que podemos encontrar algunas características comunes: en primer lugar, y la que es más importante, esa idea de irrealidad y de dejarse llevar por el inconsciente la comparten ambos movimientos artísticos, el surrealismo la lleva al extremo pero el concepto es el mismo; y, en segundo lugar, también comparten la oposición y crítica al positivismo y ese sentimiento pesimista después de la Primera Guerra Mundial.
Dentro de las películas también podemos ver una relación más o menos clara: en ambos filmes el inconsciente es el creador de la trama argumental (la historia del doctor Caligari es producto de una locura de Francis y el argumento de Un perro andaluz nace a partir de unos sueños de Buñuel y Dalí) y las dos tienen saltos en el tiempo o los conocidos como flashbacks (Francis nos cuenta mediante un flashback toda la historia del misterioso doctor y en el caso de Un perro andaluz llega incluso más lejos con inter-títulos como “ochos años después”, “dieciséis años antes”, “en primavera”, etc.).
La principal diferencia entre El gabinete del doctor Caligari y Un perro andaluz es que mientras la primera tiene un cierto orden y estructura narrativa, la segunda es un conjunto de imágenes sin sentido que únicamente buscan la provocación. Sin embargo, en sus respectivos contextos y movimientos artísticos, ambas películas son consideradas dos de las grandes obras cinematográficas de todos los tiempos.
Eric Macho Cánovas